domingo, 19 de agosto de 2012

BARRY, UNA LEYENDA


Esta historia empieza en Suiza, en el paso de San Bernardo, en el año 1800. En el convento que lleva el nombre del pueblo, nació BARRY, el héroe de ésta leyenda. Con el tiempo, se convertiría en el líder de la manada de perros rescatistas que estaba bajo el cuidado del padre Luis. Cinco años después, Barry ya era famoso en su pueblo por los rescates que había logrado. Pero la hazaña que lo llevó a la fama fue realmente gloriosa.
 
Una mujer italiana radicada en Suiza quedó viuda, con su pequeño hijo a cargo. En búsqueda de mejorar su situación, decide volver a su tierra natal. Para eso, con su bebé a cuestas, decide cruzar la frontera en un largo viaje a pié. En un pueblo cercano a San Bernardo, los locales le advirtieron a la mujer que no continuara su viaje, porque el riesgo de quedar atrapada en un alud o una tormenta de nieve, era muy alto. Sin embargo, movida por la necesidad, la madre y su hijo continuaron el recorrido.
 
Durante el paseo matinal del padre Luis y sus perros, un alud cubrió toda la visión de nieve blanca. Todos volvieron al convento, pero Barry, siguiendo su instinto salvador, se adentró al medio de la montaña. Por horas, nadie supo de él. Los monjes, preocupados, salieron a recorrer la zona, pero no encontraban ni rastros del líder de la manada.
 
Pero Barry, en realidad, estaba tratando de salvar a la madre italiana y su hijo. Finalmente, el san bernardo volvió al convento con el bebé atado a su lomo. La leyenda cuenta que la madre había quedado tan débil que solo llegó a amarrar a su hijo a Barry para que lo llevara al pueblo y salvara de la tragedia. Pero de ella, no se supo más. Así, este líder de manada se ganó la fama, el amor y el respeto de los pobladores de todas las comarcas aledañas.
 
Siguió, por años, haciendo rescates, hasta que en 1812 fue trasladado al hospital de Berna para que disfrutara en calma su vejéz.
 
Hoy en día, en el hospital, viven los descendientes de este héroe suizo. Y cada vez que nace una nueva camada, a alguno de los cachorros, le ponen de nombre Barry, para que siga manteniendo vivo el espíritu solidario y fiel de su antecesor.


                               Monumento a BARRY en el cementerio de mascotas de Paris




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